sábado, 8 de enero de 2011

Conclusión 144

Hoy es uno de esos días en los que te toca poner patas arriba toda tu habitación. Hoy te toca limpieza navideña. Ordenar los cajones, los armarios, tirar toda la mierda lo inservible que se ha acumulado durante seis meses. Dejar todo como los chorros del oro para que al día siguiente vuelva a estar todo desordenado. Hoy toca uno de esos días tan odiados por tantos.

Entre papeles y papeles acabas descubriendo pequeños recuerdos de los que eres reacia a desprenderte. Pequeñas cartas, fotos y demás que te conducen a un pasado tan cercano y a la vez tan lejano. Los primeros días de instituto, las primeras ilusiones con sus catastróficas decepciones, las primeras alegrías, las primeras tristezas. Todo cambiaba vertiginosamente. ¿Todo? No, todo no. Existía una constante que permitía que el resto de factores no importasen. Daba igual que esos factores estuviesen elevados a tres a cuatro o a mil. La constante siempre valía más. Tanto era su valor que en algunos momentos incluso la ecuación se igualaba, H=E. A veces, parecía que esa ecuación iba a resquebrajarse. Los factores estaban a punto de conseguir mayor importancia, pero no. Siempre se acaba simplificando a H=E. Era la ecuación perfecta. Ni las condiciones más extremas conseguían cambiar su equilibrio. Parecía que siempre permanecería así.

¡Aish! Pequeñas ilusiones infantiles. Al final, de tan convencidas que estaban de que la ecuación era perfecta e indestructible, acabaron por abandonarla. No la cuidaron ni la supervisaron. Creyeron, ilusas de ellas, que por si sola perduraría hasta siempre. ¿Al igual que te alimentas todos los días, no debería de haberse alimentado la mágica ecuación también? Fuera lo que fuese, la ecuación perfecta acabo rota. Sus miembros separados continuaron su camino, lleno de penas y alegrías. Siendo felices, de eso no hay duda, a pesar de las pesadillas que pudieran presentarse cada noche.

¡Jo tía! ¿Sabes qué? A pesar de que cayera el meteorito, que la lejía funcionase y que el muro consiguiera su propósito. A pesar de todo eso, espero y deseo que seas feliz y que en los pequeños altibajos que tengas siempre haya alguien capaz de darte ese achuchón mágico que te arrancaba una sonrisa, porque no hay nada mas bonito que verte sonreír.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece mentira que con todo lo vivido haya acabado así.

No se si sería a causa de la dejadez, o tal vez por la estupidez pero todo se ha quedado reducido a cenizas.

Estoy de acuerdo contigo, es posible que el muro, meteorito y lejía consiguieran el propósito... desafortunadamente al final vencieron.

A estas alturas sabes perfectamente quien soy, no podía resistirme a escribir porque parte de tu entrada son palabras que alguna vez estuvieron en muchas de nuestras conversaciones y ciertamente estoy implicada.

A pesar de todo lo sucedido, y de todo el daño sufrido por las dos partes hoy por hoy yo también deseo que todo te vaya muy bien, y espero que alguien te pueda dar algún achuchon que te haga sacar tu sonrisa también, de verdad, porque hablando sinceramente se que te lo mereces.


Que tengas un buen año.