sábado, 27 de marzo de 2010

Conclusion 85

¿Los recuerdos son para siempre? Nadie es capaz de acordarse del momento exacto en el que nació. Normalmente los primeros recuerdos que tenemos de nuestra existencia pertenecen a nuestra época de guardería o del colegio. Suelen ser imagenes vagas, una acción, una canción, una cara... Te acuerdas del hecho de que alguien en la guardería te mordió y te quitó tu juguete preferido. Te acuerdas de eso, pero no de quién. Recuerdas que todos los días en el parque jugabas con una chica pero ni si quiera recuerdas su nombre o su cara. A medida que pasa el tiempo, los nombres, las caras y las personas se van difuminando en nuestra memoria. Al final solo terminan manteniendose los hechos. No obstante, gracias a la tecnología, podemos recordar caras y personas que si no fueran por las fotografías o los videos hubiesemos terminado olvidandolos. Miras tu fotografia de parbulario, todos sentados poniendo caras de niños buenos y ahí, en la ultima fila a la derecha esta ella, la que te quito el juguete y te mordió. Quizas fuisteis mejores amigas, quien sabe, pero tu solamente te acuerdas de ella como la chica que te mordió. Poder recordar a personas gracias a las fotografias es todo un avance. Puedes incluso conocer a personas que en vida no llegaste ni a ver. Conocer a tus bisabuelos, observar esos ojos y nariz caracteristicos de la familia que generacion tras generacion se han ido heredando. Conocer como era la ciudad y el pueblo. Poder mirar al pasado y observarlo, aprender de él. Eso si no fuese gracias a la fotografía sería imposible. Me acuerdo, una vez de pequeña, oí a mi abuelo contar que su unico recuerdo de su abuelo era un hombre alto en la cima del monte. Me quede tan impresionada que lo primero que hice fue correr en busca del album de fotos y mirar las fotografias de mi abuela. Gracias a ellas todavía me acuerdo de una persona que matematicamente imposible podria haber recordado. Incluso su voz puedo escucharla cuando me plazca. Si puedo hacerlo es gracias a la tecnologia. Pero por mucho que avance la tecnología, por mucho que intentemos recordar todo al minimo detalle, tarde o temprano vamos olvidandonos de nuestros recuerdos y lo que es más importante de las personas. Cuando poco a poco, año tras año, las personas vayan desapareciendo, la fotografía en la que aparece una niña con una muñeca en la mano dejara de tener sentido. Para una familia, esa niña es su abuela, su madre, su hermana o su tía, para un desconocido que no conoce de nada esa foto, es una simple niña con los zapatos manchados. Somos insignificantes. ¿Alguna vez has llegado a pensar la cantidad de personas que han vivido en la Tierra? Millones, sin embargo, solamente una minima parte de esas personas han sido recordadas para la posterioridad. Tus abuelos seran recordados por ti, por tus hermanos, por tus primos y por tus padres, pero en cuanto desaparezcais, ellos dejaran de existir. Y lo mismo te ocurrirá a ti y a todos. Nuestra vida es tan insignificante como un pequeño grano de arena del desierto. En ocasiones, cuando estoy tumbada en la cama con musica de fondo y reflexionando, no puedo evitar preguntarme si aquella chica del parbulario o la del parque se acordaran de mi. A lo largo de nuestra vida, nos cruzamos con miles de personas, con algunas solamente intercambiamos miradas, con otras palabras y con unas pocas recuerdos. Dentro de setenta años, cuando estemos sentados en nuestra mecedora, sientiendo el calor del fuego en la cara, ¿seremos capaces de acordarnos de todas aquellas personas?

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