miércoles, 22 de septiembre de 2010

Conclusión 125

Existen dos clases de personas: los que luchan y los que se resignan.
Los luchadores pueden que no consigan ganar la batalla de la vida, sin embargo, siempre les queda el consuelo de haber hecho todo lo que estuvo en su mano para ganarla. Los que se resignan la dan por pérdida antes de empezarla, se dejan llevar por el destino sin tratar de luchar a contracorriente. No viven, simplemente se resignan a esperar su final.

¿Luchar o morir? Todo se reduce a eso.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Conclusión 124

UNA DE CADA DIEZ
Una tarde lluviosa. Las calles se encuentran desiertas. Aparece una mujer envuelta en un abrigo negro de lana. A pesar de llevar un paraguas, está totalmente mojada. La mujer avanza por la plaza, gira para tomar la angosta calle de la derecha y se detiene ante una antigua casa con aspecto abandonado. Rebusca en su bolso hasta sacar unas viejas llaves. Mira a su alrededor con una mezcla de melancolía y miedo. Introduce las llaves en la oxidada cerradura. Al abrir la antigua puerta se oye un estridente sonido que le hace temblar.
Sube por las escaleras con paso lento hasta alcanzar el segundo piso. Todo está en silencio, solo se oyen los crujidos de la madera del suelo al pasar. La mujer entra en una pequeña habitación y deja el paraguas en medio de ésta. La habitación se encuentra completamente desordenada, hay papeles y libros por el suelo. La mujer se sienta al lado de la chimenea y sin quitarse el abrigo, empieza a ojearlos uno por uno. Durante unos segundos se detiene a observar un viejo y arrugado dibujo. En él se aprecia el garabato de un perro. 

MUJER entre sollozos y susurros:   Mis dotes artísticas ya se podían apreciar en mi niñez… esto se parece más a un elefante que a un perro…

La mujer experimenta un cambio de emociones. Comienza a llorar y a reír a la vez. Se tapa la cara con los brazos y empieza a cantar balbuceando una canción infantil.
Aparece en la habitación un hombre de unos treinta años, con el pelo negro azabache y rizado. En sus ojos se refleja la desolación y la impotencia al contemplar la escena que acaba de protagonizar la mujer. Se acerca a ella. La abraza y le quita el abrigo mojado. La mujer tirita de frío, sus cabellos dorados le tapan la cara. Permanecen en silencio y abrazados durante unos minutos. Solo se escuchan los sollozos y la respiración entrecortada de la mujer.


jueves, 9 de septiembre de 2010

Conclusión 123

-Cuando no sabes que decisión tomar, ¿qué haces para decidirte?
-Muy fácil, lanzo una moneda al aire.
-¿Y eso te funciona? Parece muy simple...
-Si. En realidad, no hago caso a si ha sido cara o cruz. Simplemente, durante el breve instante en el que la moneda está en el aire, descubro lo que realmente deseo que ocurra.

martes, 7 de septiembre de 2010

Conclusión 122

Hace más de 10 años, cuando tenía 4 o 5 años y todavía iba a infantil, me acuerdo de que un día en clase, nuestra profesora nos preguntó si alguna vez alguien no había cumplido una promesa que nos hubiese hecho. Cuando fue mi turno, contesté que mis padres no me regalaron la casita de muñecas de playmobil que me prometieron que me comprarían si dejaba de chuparme el dedo. Toda ilusionada, a las pocas semanas conseguí mi propósito pero, sin embargo, mi casita de muñecas nunca llegó. Ahora, si me volvieran a hacer la misma pregunta, podría dar más de un ejemplo y en todos ellos la palabra que más se repetiría sería "siempre".  
 
Las promesas forman parte de nuestra vida. Nos ilusionan y nos hacen felices, hasta el momento en el que se rompen y la felicidad da paso a la decepción y la tristeza.  
"No prometas aquello que no puedes cumplir".

sábado, 4 de septiembre de 2010

Conclusión 121

¿Te he contado alguna vez que tengo un lugar secreto? Escondidita en mi jardín, detrás de mis campanillas violetas, está la puerta que conduce, entre otras cosas, a ese mágico lugar. En él, no importa el tiempo que hace ni la hora que es. Las cosas superfluas desaparecen y solo permanecen aquellas que me hacen feliz. Vaya a donde vaya, un sol radiante guía mi camino sin importar cual sea. Puedo cambiar miles de veces de dirección, puedo incluso dar marcha atrás, puedo hacer todo lo que quiera sin que nadie se oponga. Todos absolutamente todos me reciben siempre con una sonrisa en los labios. Me acogen, me aconsejan y en su idioma nunca existen palabras como dolor, odio, miedo o rencor. Desde que lo descubrí, mi pequeño lugar secreto ha cambiado muchas veces para estar siempre a mi gusto. A veces aparecía una montaña, otras se transformaba en una playa. No había ningun impedimento para que todo fuera agradable. Daba igual que no volviera en meses, siempre estaba como lo había dejado. En él todo es perfecto, bueno, mas bien, casi perfecto porque mi lugar secreto tiene un pequeño fallo: solo puedo visitarlo yo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Conclusión 120

Nadie es imprescindible. Por mucho que pensemos que somos indispensables para alguien, no es así. Puede que los primeros días se haga duro, echemos de menos a esa persona o no sepamos que hacer sin ella, pero al final siempre acabamos encontrando una solución: seguir con nuestra vida. Debemos continuar ese largo camino con miles de direcciones entre las que elegir, sin importar a quien tuvimos que dejar atrás.

Disfruta de la gente que te rodea porque puede que mañana te abandonen para seguir su propio camino.