¿Somos capaces de asumir nuestra culpa?
Siempre que hacemos algo mal tendemos a echar la culpa a los demás: es que el profesor fue un asqueroso y preguntó algo muy difícil, es que no me llamó, es que me miró mal, es que empezó él primero, es que...
Nos resulta más fácil desentendernos de nuestros actos, pensar que el culpable es el otro y que nosotros somos unas simples víctimas. Así, no tenemos que hacer frente a algo tan hiriente como el remordimiento. Antes de pegarnos todo el día lamentandonos de nuestros actos preferimos esperar a que la otra persona nos llame pidiendonos perdón, pero ¿y si no llama? ¿tan convencido estás de tu "inocencia"?
Quizás, la culpa no fue del profesor, sino tuya por no haber estudiado lo suficiente. Quizás, deberías haber llamado tú antes disculpándote. Quizás, le habías ofendido y por eso te miró mal. Quizás...
Quizás, después de todo, no supiste pedir perdón en el momento adecuado. Pero, claro, resulta más sencillo pensar que la culpa fue de las demás, así, al menos, el remordimiento te deja vivir.
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