Estoy nervioso. No debería de estarlo. Habrá más de quinientas personas en la sala, es muy difícil que la vea. De todas formas, deseo verla. Inconscientemente me he puesto mi camiseta de la suerte. Estoy en el bus y no dejo de pensar en ella. Ha pasado medio año desde que la vi. ¿Se acordará de mi?
Genial. He llegado tarde y me toca de pie. Tengo una visión privilegiada, puedo ver a todos los asistentes. Un momento, creo que está allí. A la derecha del todo, al lado de las escaleras. ¡Se está dando la vuelta! Ha mirado hacia arriba. Hemos intercambiado la mirada, al menos un milisegundo. Sigue tan radiante como siempre. Sin dejar su sonrisa. Creo que no me ha reconocido.
La he perdido. No sé donde se ha metido después de la conferencia. En fin, queda mucho tiempo por delante seguro que la vuelvo a ver. Espera, está en la parada del bus. Acercate, saludale y hablale. Parate a hablar. Parate.
¡Te he dicho que te pararas! ¡Un simple saludo con un levantamiento de cejas, no es hablar! En fin, queda media hora de bus para lamentarme. La próxima vez hablare con ella, lo prometo.
3 comentarios:
Soy chica, solo que a veces me apetece escribir desde el otro punto de vista.
Pues tienes muy bien desarrollada la empatía.
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