Se avecina una tormenta. Los árboles se balancean a merced del viento golpeando con sus ramas las ventanas a un ritmo diabólico. Acurrucada en la cama, trata de dormir a pesar de la tormenta. Todo a su alrededor es caos. Se gira hacia el otro lado de la cama, una vuelta más, entre las miles que ha dado esa noche. Sus sábanas se encuentran empapadas por un sudor frío. Mira el reloj, las tres. Todavía no ha conseguido dormirse, casi lo prefiere, ya que sabe que tan pronto como cierre los ojos sus pesadillas volverán a su mente. Solo espera que los primeros rayos de luz se cuelen por su ventana. Está cansada, le duelen los ojos y tiene miedo, miedo por el mañana. Se levanta, se abriga con su bata y sale al porche. Desde la puerta le llega el olor a hierba mojada. Respira profundamente. El vello de su cuerpo se eriza por el frío, ella ni si quiera se inmuta, continúa de pie, al borde del primer escalón, mirando al horizonte. Espera algo pero no sabe el qué. Lo ha visto en sus sueños. Un día alguien vendrá hasta allí y le rescatará de la tormenta. Tiene la certeza de que ese sueño se hará realidad. Lo sabe, por eso, cada noche sale a la puerta a esperar. Ayer no apareció, hoy tampoco, mañana puede que sí. Sin perder la esperanza continúa con la mirada fija en el horizonte, algún día vendrá, tarde o temprano vendrá y por fin todo habrá acabado.
domingo, 27 de junio de 2010
sábado, 26 de junio de 2010
Conclusión 111
Cada sentimiento, cada palabra, cada gesto, tiene un significado diferente para cada persona. En el momento en el que una sonrisa deja de ser una sonrisa y conlleva un significado oculto, es entonces cuando se enfrentan sentimientos opuestos, donde en la mayoría de los casos siempre sale alguien damnificado.
sábado, 19 de junio de 2010
Conclusión 110
Se despierta con los rayos del sol que entran a través de la persiana, tratando, en vano, de darse la vuelta y volver a dormir. En su interior, se lamenta de no haber bajado del todo la persiana la noche anterior. Abre los ojos poco a poco, mira la hora y tarda unos segundos en saber donde está. Se levanta poco a poco y se dirige a la cocina. A pesar de ser tarde, todo el mundo continúa durmiendo. Mientras espera que el vaso de leche deje de dar vueltas en el microondas, piensa en la noche anterior. Sentimientos contradictorios se amontonan en su cabeza. Fue una gran noche, sin embargo, no puede evitar tener un mal sabor de boca. Nada es perfecto, piensa, ni noches, ni días, ni planes, ni personas. En el momento en que lo descubres, no puedes más que poner una sonrisa amarga y continuar adelante. Sonríe amargamente, saca el vaso del microondas, coge unos pocos cereales y se dirige hacia su habitación. A lo largo del día, repetirá este gesto varías veces, le espera una larga tarde de reflexión. Tras una gran noche, siempre le sigue un día de melancolía...
sábado, 12 de junio de 2010
Conclusión 109
Somos promiscuos del te quiero. Tantas veces hemos llegado a decir y oír te quiero que hemos terminado desvalorizándolo. Ahora un te quiero es lo mismo que un beso o un adiós, una forma más de despedida que decimos sin pensar. Existen pocos te quieros sinceros, esos te quieros que consiguen arrancarte una sonrisa estúpida en la cara y que te hacen feliz durante unos segundos. Todo eso ha sido sustituido por un mero te quiero o incluso por una abreviación: teeq, tqm, tq... Te quieros vacíos y sin sentimientos, te quieros que no significan nada pero que si no los pones significan todo.
sábado, 5 de junio de 2010
Conclusión 108
Existen diferentes tipos de miedo: miedo a la oscuridad, miedo a las serpientes, miedo al agua, miedo a las alturas, miedo a la muerte... A lo largo de nuestra vida experimentamos diferentes miedos. Unos son restituidos por otros, unos pocos permanecen y la gran mayoría desaparecen. Entre una extensa e interminable lista de fobias, algunas un tanto peculiares, destaca el miedo a desaprovechar el tiempo.
¿Nunca nadie ha sentido que ha desaprovechado y/o perdido el tiempo? Quizás estuviste preparándote ese examen tan difícil durante dos semanas, para luego sacar un mísero dos. Quizás estuviste estudiando durante cinco años una carrera y al finalizarla te diste cuenta que no te gustaba. Quizás empleaste todos tus esfuerzos entrenándote día a día para ganar esa competición y acabaste descalificado. Quizás construiste tu mundo de felicidad y descubriste que todo era un engaño.Miles de ejemplos para un simple sentimiento.
Uno de mis grandes miedos es ese. Me imagino dentro de setenta años, arrugada como una pasa, sentada en mi mecedora, contemplando el fuego de la chimenea, sintiéndome sola. Sentir que has desaprovechado toda tu vida, setenta y picos años tirados a la basura. ¿Cómo sentirse? Queramos o no, nuestra vida depende del tiempo. Si desaprovechamos el tiempo en cierta manera también desaprovechamos nuestra vida.
Algo que nunca nos podrán devolver es el tiempo. El tiempo que dejamos pasar, el que desperdiciamos, el que empleamos haciendo otra cosa. Ese tiempo nunca volverá. A veces resulta irremediable mirar hacia el pasado y contemplar que hemos desperdiciado parte de nuestra vida, una parte que por mucho que nos empeñemos nunca nos devolverán.
Carpe diem
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