Lo inesperado, aquello que no planeas, te deja con mejor sabor de boca que aquello que habías planeado con semanas de antelación. Nunca tus expectativas se cumplen tal y como las habías imaginado. Al final lo mejor es dejarse arrastrar por la corriente y esperar a lo que te deparará el mañana, sin planes, sin horarios, solo con la incertidumbre de lo que pueda pasar.
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