No sabía cuanto tiempo llevaba el tren en marcha. Sus recuerdos eran vagas ilusiones que transpasaban el límite entre la realidad y la ensoñación. No se acordaba de cómo había llegado hasta allí, solo sabía que llevaba sentada en el mismo vagón durante varias horas, incluso puede que días. No comía ni bebía. Solo permanecía al lado de la ventanilla, con la mirada perdida hacia ninguna parte. Su cuerpo estaba entumecido. Sus compañeros de vagón habían aprendido a ignorarla, pensaban que permanecería en esa postura hasta que el tren llegase a su destino.
Sin embargo, un día cualquiera, a una hora cualquiera, la joven acompañante de la ventanilla se levantó y presionó el botón de parada de emergencia. El tren frenó bruscamente. Sin mediar palabra, bajó del vagón y se preguntó en voz alta: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?
1 comentario:
me ENCANTA tu blog, de verdad! Me quedo por aquí y te espero por mi blog!!
Un achuchon fuerte
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