El timbre puso fin a las clases. Todos despavoridos corrían hacia la puerta para disfrutar al máximo del fin de semana. Ella con paso decido entró en su clase, se subió a la mesa del profesor y empezó a gritar.
-¿Pero qué haces? ¿Estás loca?
-¡Ah! Por fin me ves. Empezaba a creer que mi ropa era una capa de invisibilidad.
-Deja de decir tonterías y baja de ahí, te van a oír.
-¿Tengo que ponerme un chaleco reflectante para que me hagas caso?
-Te hago caso.
-Claro. Todos los días me saludas con un "Buenos días princesa". Me preguntas que tal me ha ido el día. Te interesas por mis problemas, me animas y no me contestas con un simple "no sé". ¿Verdad?
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