No sé ni cómo empezar. No sé si gritar de rabia o llorar de desesperación. La cobardía hace que solo mediante el alcohol sea capaz de plantar cara a mis miedos y decir en voz alta lo que tanto tiempo estuve diciendo en susurros. Entre estados de lucidez fui capaz de escribir un simple mensaje en mi móvil, un mensaje que me hiciera ver a la mañana siguiente que todo fue real y nada fue fruto de mi imaginación. Ya he perdido la cuenta de cuantas veces lo he leído y, sin embargo, aunque sé que es verdad, una parte de mi todavía no lo asume. ¿Curioso no? Después de tanto tiempo pensando en esa posibilidad, cuando por fin esa posibilidad se convierte en certeza, es ahora cuando me empeño en pensar que solo es una posibilidad lejana. Sí, soy una chica extraña y particular, que cada dos por tres cambia de decisión y desde siempre ha odiado tener que elegir. Soy esa chica cuyas palabras han dejado de ser creíbles. Soy esa chica que un día si y al otro también está cabreada con el mundo. Simplemente soy esa chica, te guste o no.
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